Una imagen deprimente en el
momento decisivo de la
temporada.
Los persistentes seguidores que llevan años solicitando dimisiones en el club recibieron ayer un gesto inesperado. El Sporting dimitió en bloque y se despidió definitivamente de sus remotas opciones de ascenso directo
La derrota en Alcorcón vuelve a poner en evidencia el peor Sporting, el de los sonoros fracasos. En el fútbol, ya se sabe, se puede perder, pero lo del primer tiempo de ayer cuesta mucho digerirlo. No es que el Alcorcón diese un baño de juego a los rojiblancos, pero sí de profesionalidad y de intensidad. Los alfareros llevaban una marcha más, o quizá dos, y esto les hizo ganar cada disputa, cada balón, ante un Sporting incapaz de revolverse. El equipo rojiblanco recibió un gol en un saque de esquina mal defendido y fue incapaz de crear una sola oportunidad clara de empatar. Una imagen deprimente en el momento decisivo de la temporada. Preocupa, particularmente, la pachorra de algunos futbolistas cuyo rendimiento ha caído de forma evidente en las últimas semanas. También su actitud
El gran naufragio del Sportig hay que buscarlo en el centro del campo, una zona superpoblada de futbolistas con idéntico perfil. El pivote titular es Sergio, por infinitas razones que saltan a la vista y no merece la pena enumerar. El problema viene siempre por la ausencia de Nacho Cases, el único centrocampista creativo del equipo. Tras un año jugando de central, Mandi no es ni carne ni pescado.
Si el partido ya estaba feo con el gol de Babin a la salida de un córner mal defendido, quedó visto para sentencia con la rigurosa expulsión de Bernardo, última anotación en el inventario de los agravios arbitrales en un año en que se necesita una libreta de las grandes para llevar la contabilidad de este capítulo. A la vista del rendimiento del equipo con once futbolistas sobre el césped, no hay tampoco gran cosa que reprocharle al trencilla.
La imagen ofrecida por el Sporting ayer lanza un mensaje de máxima preocupación. Una falta de espíritu evidente en un momento determinante de la temporada arroja todo tipo de dudas sobre esta plantilla y su cuerpo técnico. No acertó Sandoval con el planteamiento al dejarse llevar por la tentación de premiar a los futbolistas que derrotaron al Lugo, pero nadie podía anticipar un rendimiento tan pobre del equipo. No es la primera vez que le falta actitud a este Sporting, aunque nunca de una forma tan manifiesta. Quedan cinco semanas para asegurar la promoción. Lo contrario sería un fracaso que dejaría una marca indeleble.
La fuerza del descorche le duró al Sporting los diez primeros minutos. Luego, a este equipo efervescente, se le acabó el gas y se quedó sin fuerza. Porque ésa fue la gran diferencia entre el Alcorcón y el Sporting: la intensidad. En un momento clave de la temporada, al Sporting le han desaparecido algunos de sus mejores futbolistas, aquellos capaces de resolver partidos atascados. Las causas de esta dimisión merecerían un amplio tratado sobre la gestión y optimización de las relaciones dentro de un vestuario. Está resultando un año muy duro para el sportinguismo, con errores evidentes en todos los estamentos del club y con un rendimiento de los futbolistas por debajo de las expectativas.
Y aun así, el Sporting dominó los primeros minutos y parecía encaminar bien el encuentro. Isma López desbordaba por la izquierda y Mandi disparaba desde lejos. Fue Pacheco, que hasta el minuto 20 había pasado inadvertido, quien cambió la deriva del encuentro. Controló en la izquierda, retrató a Lora con un caño de jugador bueno y se fue a por Cuéllar, al que midió con un disparo seco que el portero, bien colocado, rechazó a córner. El propio Pacheco ejecutó el saque de esquina. Mientras tanto, en el área rojiblanca, entre empujones y bloqueos, el poderoso Babin, el hombre a vigilar por excelencia en el conjunto alfarero, se deshacía de la marca y remataba solo, a placer.
El golpe inesperado tumbó al Sporting, que no fue capaz de levantarse. Los de Sandoval lograron ponerse en pie, pero nunca pudieron oponer resistencia a su rival, que seguía castigando el orgullo de un equipo incapaz de sacudirse la intensa presión alfarera. El primer tiempo fue un desastre sin paliativos.
La roja a Bernardo llegó cuando el Sporting amagaba con estirarse. Fue una reacción tibia, a la vuelta de vestuarios, que recordó al inicio del encuentro. Un bullicioso Guerrero malgastó la mejor ocasión rojiblanca en la única jugada que el Sporting fue capaz de trenzar con cierto criterio. A Guerrero, que había reclamado más protagonismo esta misma semana, le faltó la ambición de los goleadores en un cara a cara con Dani Giménez. El punta eligió asistir a Isma López, que no alcanzó un balón que hubiera rematado a puerta vacía. Hubo que esperar al tiempo añadido para tener otra oportunidad meridiana en una volea que se le fue alta a Canella.
El tropiezo de Alcorcón deja secuelas en el ánimo y en la imagen de un equipo que aún tiene mucho que pelear para alcanzar el objetivo irrenunciable de la promoción. Todo lo demás será un desastre.
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